CONCENTRACION LÚDICO-REIVINDICATIVA

 CONCENTRACIÓN LÚDICO-REIVINDICATIVA

27 febrero 2022

Frente al Centro Hospitalario Benito Meni de Valladolid

Contra la vulneración de derechos fundamentales como las salidas del centro y las visitas

Domingo 27 de febrero 2022   12 h

REPORTAJE DEL EVENTO












TEXTO DEL COMUNICADO

27 de febrero de 2022

Es muy ruin jugar con la libertad de una persona. Y me da igual la circunstancia, pueblo o nación. Se trata de una vulneración de la dignidad de la persona, un ataque directo contra la vida y las repercusiones a corto, medio y largo plazo sobre la persona son aplastantes. El objetivo de los sistemas de dominio y control son el adoctrinamiento por medio de medidas muy cuestionables desde el punto de vista ético y legal. Medidas impuestas por una sociedad imperada por el patriarcado, capitalismo, neoliberalismo o totalitarismos.

En este caso concreto, se dan circunstancias de aplicaciones aleatorias de medidas con la excusa de protocolos covid, lo que nos puede llevar a pensar en el oportunismo de la situación sanitaria actual a la hora de ejercer el poder que tanto les interesa. Protocolo sacado de la manga que no se corresponde en absoluto con la incidencia actual o medidas aplicadas a los ciudadanos que permanecemos en nuestros hogares. Se trata de un protocolo aparentemente inventado por el propio centro que no refleja en absoluto las medidas expresadas por la Junta de Castilla y León en la guía propuesta. Medidas, además, que se prolongan en el tiempo mucho más allá que lo que pudo durar el periodo de cuarentena marcado para los casos concretos que se produjeron durante principios de diciembre. Cuarentena que se debía haber aplicado sobre las personas afectadas de manera particular, por cierto, y cuidando además de que estas personas no quedaran completamente aisladas socialmente ni físicamente, buscando cumplir a su vez con el Plan de Humanización durante el Covid.

Por otra parte, es importante destacar la discriminación y malos tratos continuos recibidos por usuarios de colectivos en situación de máxima vulnerabilidad, en particular en este caso sobre personas psiquiatrizadas y unidades de geriatría especialmente. Desconocemos si se están dando casos similares en otros colectivos como personas con discapacidad, centros de extranjeros o albergues municipales, pero es de suponer que pueda estar sucediendo lo mismo en múltiples centros tanto a nivel local como estatal.

La locura ha sido siempre y continúa siendo la gran vergüenza social, la expresión de lo diferente, el gran saco donde todo vale y donde se puede meter, diagnosticar y etiquetar aleatoriamente a cualquier persona por el mero hecho de salirse de la norma. Norma no impuesta normativamente, sino que queda en manos de una única persona el decidir quien sí y quien no, cual Dios que juzga quien debe pasar por las puertas del infierno. Persona que pertenece a un colectivo que se hace llamar ciencia, y que ante la falta de evidencias científicas y conocimientos demostrados, se trata pues de una pseudociencia. Se trata, además, de la única ciencia que tiene su anti-ciencia oficial. Psiquiatria y antipsiquiatría. La única ciencia en la que sus usuarios se definen como supervivientes de la psiquiatría y que celebran el día del Orgullo Loco como día de reivindicación de su identidad y sus derechos.

Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia sanitaria y los servicios sociales necesarios. Se trata del artículo 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos del año 1948 y a día de hoy, no se cumplen ni una sola de las palabras que ahí se mencionan. La locura no solo se margina y estigmatiza, sino que se persigue, se castiga, se oculta y se ataca frontalmente. Se cometen en todo momento violencias físicas, psicológicas, éticas y judiciales. Todo ello, haciendo caso omiso de la legislación vigente, la Declaración Universal de Derechos Humanos, las recomendaciones de la ONU y la OMS al respecto, e incluso las advertencias internacionales ya realizadas por organismos oficiales a este respecto a los diferentes países. Legislación y advertencias que se saltan olímpicamente médicos, abogados, jueces y también todo el equipo sanitario que pueda intervenir, desde celadores y enfermeros hasta trabajadores sociales o terapeutas ocupacionales. No vale lavarse las manos y delegar esa responsabilidad en el médico que otorga el diagnóstico. En ese equipo participan un montón de personas, diversas figuras con distintos cargos y formaciones, todos ellos igual de partícipes y responsables en las acciones tomadas contra esa persona y su dignidad, todos ellos miembros de un psistema corrupto y totalitario.

Dicho totalitarismo ha sido también denunciado internacionalmente, destacando la importancia de dar cabida a otras corrientes de pensamiento dentro de esta pseudociencia, dejar de centrarse en un puñetero neurotransmisor que nadie sabe para qué sirve y pasar a tratar todos los condicionantes sociales y del entorno que afectan a la persona, y más en momentos de crisis, guerras y pandemias.

No sé con quién hay que hablar, pero a mí me gustaría hablar de paz y no de guerra. Sin embargo ellos hablan y actúan con violencia, además de expresarse con jerga propia, caligrafía propia y propaganda propia como hacen los totalitarismos como práctica de expansión habitual. Curiosamente, este gran fracaso en cuanto al enfoque sobre el malestar de las personas, cuestión que es ley de vida, por cierto, es algo que se da especialmente en el mundo occidental más desarrollado. Es en África donde surgen grandes ejemplos de buenas prácticas en lo que se refiere a cómo abordar situaciones de sufrimiento psíquico. Es en África donde el propio concepto de vida en comunidad hace que el soporte social proteja a una persona en situación de vulnerabilidad.

¿Qué estamos haciendo? ¿A dónde hemos llegado? ¿Dónde está la humanidad y la ética en un mundo supuestamente tan desarrollado?

Me gustaría recordar a Andreas, que la semana pasada habría cumplido 31 años. Andreas murió en la unidad de psiquiatría de un hospital en Asturias en 2017, atada a una cama 75 horas, durante un ingreso involuntario irregular y sin ser tratada de la meningitis que le estaba atacando por dentro. Murió atada, luchando sola por su vida y pidiendo a gritos que se le hicieran más pruebas médicas. Este caso nos tocó a todos el alma. Los que estamos aquí, por desgracia sabemos todas las irregularidades que ocurren continuamente ahí arriba, además de la existencia de más personas que como Andreas, mueren en una situación irregular y quedan ocultos e impunes tras las puertas de un hospital.

Ante todo esto, solo puedo pedir Paz y Libertad para todos.


PREPARACIÓN DE LA CONCENTRACIÓN 

El Observatorio de Derechos Humanos en Salud Mental y el Grupo de Salud Mental El Zarzal organizan esta protesta pacífica con música y batucada ante el Centro Hospitalario Benito Meni de Valladolid

EN DEFENSA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DE LOS INTERNOS COMO ES LA LIBERTAD DE ENTRADAS Y SALIDAS DEL CENTRO ASÍ COMO EL ACCESO DE LAS VISITAS



A continuación un compañero del Observatorio de DDHH en Salud Mental hace un llamamiento a la concentración y a la divulgación de este evento reivindicativo





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